Standback News #15 - Octubre2013
Título de sección "Sabores, viajes y encuentros"

Reloj, no marques las horas

Por Daniela Villaro

Tiempo es ese bien escaso contra el que la mayor parte de los mortales corre. La sensación de estar perdiendo esa competencia es recurrente en estos días. Sin embargo, perder el tiempo puede ser mucho más productivo de lo que queremos creer.

“Ni el pasado ha muerto ni está el mañana, ni el ayer escrito”. Antonio Machado

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Sucedió otra vez. El año se nos vino encima, los planes para las vacaciones ya están tomando forma y poco a poco se empiezan a escuchar saludos navideños y buenos deseos de fin de año.

Pero, además, es tiempo de balances. Los cierres de ciclo suelen ser una tentación para sentarse a pensar en lo que quedó pendiente, lo que continuará sin terminar, en aquello que ni siquiera pudimos empezar… Otra vez el año se escurrió entre los dedos y en la columna del debe quedaron demasiados ítems. Más cansados, más arrugados, quizás más frustrados, el arqueo de fin de año puede mostrar números poco satisfactorios. Y esa recurrente sensación de haber perdido el tiempo…

Una opción para el año que viene –flamante, fresco, pleno de buenas promesas- es armar una rutina para controlar el tiempo, evitar malgastarlo, proponerse metas personales y profesionales, fijarse objetivos de mediano y largo plazo, medir la propia productividad, priorizar tareas… o permitirse perder el tiempo a conciencia y sin culpas. Porque a veces, perder el tiempo es ganarlo. Para uno mismo, para los demás. Para volverse un poco eterno…

¿Qué es perder el tiempo? ¿Qué significa ganarlo? Depende.

La música gozada con los ojos cerrados o las canciones cantadas a voz en cuello, los pequeños o grandes éxitos en el trabajo, la tierra escondida bajo la alfombra, las ventanas abiertas para ventilar y dejar entrar el sol, llorar pérdidas irreparables, atravesar dolores y enfermedades, la botella perfecta descorchada en el momento perfecto, el sabor de aquella torta de chocolate y avellanas, el muro que no se pudo franquear, la pared pintada con las propias manos, poner la mano sobre el vientre donde crece un niño, los abrazos reparadores, los exámenes aprobados, las decisiones acertadas y los caminos equivocados, los errores, las palabras sanadoras dichas y escuchadas, un día de sol junto al mar, una tarde de lluvia en un cine, un recorrido a alta velocidad por la ruta ida y vuelta a casa, las despedidas, los nuevos comienzos. ¿Es perder o ganar el tiempo?

Ordenar la biblioteca, releer Cien años de soledad –o leerlo por primera y dichosa vez-, agarrar la sartén por el mango y poner en práctica alguna de las tantísimas recetas miradas en programas de cocina, animarse a amasar pan y llenar la casa de olor a levadura en acción, sorprender a alguien con un ramito de jazmines, tomarse unas horas libres para caminar sin rumbo, decir te quiero a alguien querido, comprender que el lujo no está en relojes caros y autos de alta gama, sino en esos momentos especiales, compartidos, íntimos.


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¿Es perder o ganar el tiempo?
¿Cuánto tiempo ganó este año? ¿Cuánto perdió?
Feliz balance y a brindar, que 2014 dará revancha.

brindar


Burbujas para brindar

Sinónimo de celebración, los espumantes son un infaltable a la hora de los brindis de fin de año y una excelente manera de invertir el tiempo dedicada a reconfortarse.

Hoy, el mercado local tiene una oferta tentadora llena de opciones para todos los gustos y presupuestos.
Las bodegas vienen lanzando propuestas para sumar un nuevo perfil de clientes como los jóvenes y las mujeres, con opciones que incluyen los dulces naturales y rosados, dos categorías que están ganando terreno especialmente entre las féminas. Se elaboran con uvas de cosecha tardía, son ligeros, frescos, frutados y fáciles de beber.

Según el Instituto de Vitivinicultura, el año pasado 150 bodegas produjeron en la Argentina 417.000 hectolitros de espumantes, de los cuales 48.000 fueron exportados. Durante 2012, se vendieron en el país 55 millones de botellas, lo que significó un crecimiento del 20% con respecto al 2011.

La tendencia marca un auge creciente de las burbujas entre los argentinos, con precios para todos los bolsillos y una oportunidad para celebrar la vida y dejar volar la imaginación, al servirlo como un trago, con cáscara de naranja, con hielo, solo, con peras, maracuyá o frutillas y hasta con hierbas como albahaca o menta. A la hora del aperitivo, acompañando una cena de principio a fin, con el postre o como un final de lujo: ¡Salud!

 

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