Standback News #15 - Octubre2013
Título de sección "Sabores, viajes y encuentros"

Salta, linda y sabrosa

Por María Adrover

Rebosante de paisajes hermosos y sabores únicos, Salta sigue siendo uno de esos lugares imperdibles de la Argentina. La ruta del vino de los Valles Calchaquíes invita a un viaje que combina lo mejor de estas tierras. Una propuesta a puro disfrute.

salta

De las tierras salteñas brotan no sólo postales maravillosas, sino también vinos inolvidables que emergen al recorrer la ruta del vino en los Valles Calchaquíes. De cara a las próximas vacaciones de invierno, este recorrido es una propuesta ideal. El camino está circundado de cordones montañosos, quebradas y cerros de singulares colores, poblados históricos con casas de adobe y paja, cactus gigantes y magnéticos y un silencio que conecta tierra, cielo y espíritu.

El cielo terso, azul profundo, es una compañía constante a lo largo del derrotero de lo que muchos consideran los mejores vinos de altura de la Argentina, que siguen ganando adeptos puertas adentro y afuera del país. Las primeras vides de los Valles Calchaquíes fueron introducidas en el siglo XVIII por los jesuitas, en particular en Cafayate, cuna por excelencia del torrontés, un vino blanco que encontró en suelo salteño el terruño donde alcanzar una expresión inigualable.

En los Valles, unas 2.000 hectáreas de viñedos se extienden al sudoeste de la provincia de Salta entre pintorescas localidades como Cafayate, San Carlos, Angastaco, Animaná, Cachi y Molinos. Pero no todo es torrontés en esta región, las cepas tintas también tienen algo (interesante) para decir y desde hace unos años viene creciendo la propuesta de cabernet sauvignon, malbec, bonarda, syrah y tempranillo que suman una nota armoniosa a lo largo del recorrido.

cayafate

Es mejor tomarse un tiempo –al menos dos días- para recorrer los valles y gozarlos en plenitud. Más allá del recorrido por las bodegas, en cada recodo del camino son imperdibles las ferias con sus muestras coloridas de tejidos de telar, alfarería y artesanías varias. La región es, además, un reservorio arqueológico con interesantísimas piezas de civilizaciones antiguas. Por ejemplo, el museo Regional y Arqueológico Rodolfo Bravo, en Cafayate, se pueden encontrar restos de la cultura indígena de la zona y rastros de sus creencias, rituales, rutinas domésticas, cerámicas, textiles y armas de las etnias diaguitas y diaguito-calchaquí

Todas las alternativas

En esta región vitivinícola el clima es árido, seco y templado, con una gran amplitud térmica que puede llegar a los 20ºC entre el día y la noche. Por eso, una excelente opción es armar el recorrido para hacer noche en Molinos y, cuando el frío empieza a apretar y las estrellas parecen descolgarse a puro brillo de un cielo negro y profundo, reunirse alrededor del fuego a degustar un sabroso cordero braseado, un tinto salteño de alta gama y, de postre, dulce de cayote y queso.

dulce

Para dormir, una experiencia singular puede vivirse en el establecimiento Hacienda de Molinos Hotel, una casa que fue residencia del último gobernador español y que se encuentra frente a la iglesia de El Molino de Pueblo, con vistas al cerro Nevado de Cachi. Las habitaciones, con gruesos muros de adobe que rodean un típico patio colonial, remontan a sueños de antaño, acompasados por los ronroneos del río Calchaquí. Comidas regionales, platos con ingredientes andinos, empanadas y el pan elaborado en el horno de barro, son marca registrada de este lugar que formó parte del Camino del Inca. Allí también puede visitarse una reserva de vicuñas.

A lo largo del camino hay muchos lugares donde se da servicios de hospedaje y comida al turista, incluso hay bodegas que ofrecen además de la degustación de sus vinos, alojamiento exclusivo en confortables estancias para invitados, servicios de spa y clases dictadas por enólogos.

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En estos parajes, todo invita a disfrutar mientras se pasea por callecitas angostas y bajo cielos anchos. Como la antigua iglesia del siglo XVII de la posta española San Carlos, las calles de tierra de Angastaco que se llenan de ruido y música durante la Fiesta de la uva y el vino patero, en el verano, o el acogedor pueblo de Cachi, pausa ineludible para comer rico, pasear y darse una vuelta por el Museo de Arqueología Pío Pablo Díaz, cuyo patrimonio arqueológico refleja todas las etapas de la historia prehispánica del Valle.

Precisamente en Cachi, tierra de calchaquíes, abundan pequeños bares de adobe y restaurantes para solazarse con locros humeantes, guisos de cabrito, empanadas de queso de cabra, tamales, humitas y hasta pizzas de quina.

tamales

Finalmente se llega a Cafayate, que se levanta en el corazón de los valles, rodeada de viñedos, bodegas de elite y médanos blancos. Alrededor de la plaza proliferan artesanos con sus tejidos, alfarería, ponchos y platería. Por supuesto, las empanadas son imperdibles mientras la mirada se escurre entre los cerros, a la sombra de los árboles de la plaza. Es el lugar ideal para visitar bodegas y pasar por el Museo de la Vid y el Vino. Otras opciones en la zona son la visita a cuevas con pinturas rupestres, una caminata a la vera del río Colorado o recorrer los médanos bajo la luz de la luna.

Bodegas que ofrecen vinos premium, gastronomía generosa, paseos en cámara lenta como si el tiempo no corriera, propuestas de ecoturismo, panoramas de belleza profunda y miles de actividades más forman un abanico tentador y al alcance de la mano para pasar días inolvidables en Salta. Más linda y más sabrosa que nunca.

cayafate

vino

Tierra de torrontés

En la provincia de Salta, la uva más emblemática es el torrontés, el cepaje blanco distintivo de los vinos argentinos. Se cultiva principalmente en el noroeste argentino, usualmente a más de 1200 metros sobre el nivel del mar. Los vinos resultantes suelen ser secos, aromáticos, con notas que recuerdan uvas moscatel y jazmines. De final más bien amargo, algunos productores elaboran versiones dulces de cosecha tardía. También se producen vinos espumantes de torrontés. Pero no sólo de torrontés saben los Valles Calchaquíes, donde también comenzaron a llamar la atención de los conocedores otros vinos como el malbec o cabernet.
Con gran amplitud térmica que puede llegar hasta los 38º y descender por la noche hasta los 12º, este terruño se torna ideal para la maduración de la vid debido a que las variaciones térmicas incrementan la acidez del fruto. Por otra parte, las lluvias son escasas y los días de sol son la enorme mayoría en esas alturas con aire fresco y limpio, suelos pedregosos y aguas provenientes del deshielo.

Algunas de las bodegas de los Valles Calchaquíes son El Esteco, Miralpeix, El Tránsito, Tolombón, Nanni, La Banda Cafayate, Etchart, El Porvenir, Domingo Hermanos, Félix Lavaque, José Luis Mounier, Río Colorado, San Pedro de Yacochuya (emblema de la nueva enología salteña de la mano del enólogo francés Michel Rolland), Animaná, Tacuil, Colomé, Humanao, Martorell, El Molino, La Bodeguita, Peña Veyrat Durbex.

 

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