Standback News #27 - Octubre 2014
Título de sección "Sabores, viajes y encuentros"
El club de los 100

Alta temporada de huerta

La alimentación sana es la más sencilla y natural. Y también la más sabrosa. A menudo puede estar más al alcance de la mano de lo que se cree y si no es posible tener un gran huerto doméstico, unas macetas en el balcón o terraza pueden ser una buena opción para tener tomates frescos, hierbas y especias.

Por María Adrover

Comer sano y cultivar los propios alimentos es mucho más que una moda pasajera. Es una elección de vida que busca tomar el control de la alimentación familiar.
Un rincón del jardín y aún unas macetas o cajones pueden servir para el cultivo de hortalizas y verduras con sabor tan genuino como sorprendente. Y quienes se sumaron a la experiencia ya lo saben: es incomparable el gusto y el aroma de las verduras recién cosechadas y de las hierbas apenas cortadas.


El primer paso es, siempre, preparar bien el suelo. Abonar la tierra, quitar malezas y fertilizarla es fundamental para lograr resultados satisfactorios. El asesoramiento también es clave: cada región tiene sus particularidades climáticas y de suelos, y además hay que conocer bien los ciclos de los cultivos y tomar la mejor decisión en cuanto a la ubicación de la huerta doméstica y su correcta exposición al sol.

 

 


Cada huertero tiene sus secretos y, con cada ciclo, la experiencia suma saberes que se traducen en recomendaciones y sugerencias compartidas. Un lugar donde todos esos misterios que surgen de la tierra  se develan es en el INTA que, a través de su programa Prohuerta, cada año entrega semillas de temporada. Así, en todas las ciudades del país, alrededor de octubre, se forman largas filas de iniciados y aprendices que buscan no sólo su paquete de semillas, sino hacer circular saberes, fracasos y éxitos entre los miembros de la comunidad.
Ahora es el tiempo de pimientos, ajíes, berenjena, tomates, rabanitos, lechugas, achicoria, zapallos, rúcula y albahaca. Se pueden usar cajones de madera, latas grandes, macetas, vasos de plástico o algún otro recipiente con buen drenaje para comenzar con los almácigos.

Una huerta familiar es una productora de alimentos constante y si bien requiere esfuerzo, atención y cuidado, compensa con la satisfacción de poder alimentarnos saludablemente con verduras frescas y sanas. Y con un sabor incomparable. ¿Una prueba? Una ensalada con las primeras lechugas recolectadas (que son las de mejor sabor) con palta y nueces. O una pasta a la manteca de salvia recién cortada. O quizás tomates “cherry” con albahaca y aceite de oliva sobre unos spaghettis al dente…
La huerta es también un hobby relajante, un cable a tierra tras largas jornadas de trabajo y los problemas cotidianos. Sol agua, tierra fértil y algunos cuidados es todo lo que se necesita para empezar a formar parte de esta creciente porción de amantes de la vida sana. Entonces, manos a la huerta!

 
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