Título de sección "Sabores, viajes y encuentros"


Comidas de moda para 2017

Hay pueblos más y menos conocidos de España que merecen visitarse. Joyas como Albarracín que ya tienen ganado su lugar

Lo vegetal, lo natural y la vuelta a las costumbres locales para mercados internacionales son tres de las tendencias dominantes que se desarrollan este año

A finales de 2015, la OMS creaba un auténtico revuelo con su declaración sobre que “las carnes rojas son cancerígenas” para el ser humano en grandes cantidades, y en los países desarrollados debían tomarse en serio reducir su consumo.

Independientemente de las motivaciones políticas o económicas que pueda haber también en esta institución, es indudable que contribuyeron a consolidar el vegetarianismo y el veganismo. Esta última opción, que consiste en no comer nada de origen animal (incluidos leche y huevos) ha crecido nada menos que un 360% en el mundo en 2016, según informa “The Telegraph”.

No es de extrañar que el informe “Global Food & Drink Trends 2017” del equipo de Mintel (dedicado a la investigación de mercados), destaque este interés por los vegetales en el top de las tendencias para este año.

Todo en exceso es malo, incluso los vegetales, pero hay que reconocer que la mayoría de la gente no come los suficientes. Además de la fruta y la verdura de siempre, estos años se ha notado un aumento del interés por los frutos secos, las semillas, los cereales (sin la parafernalia de azúcar y dibujos infantiles) y los productos de la botánica: bacterias, hongos, algas, flores... Además de resultar buenas sustituciones de lo carnívoro, la gente los consume cada vez más en forma casual, como aperitivo o por sus propiedades nutricionales, no solo para perder peso.

Además de comprar más esas comidas, probablemente en 2017 llamará más la atención los añadidos relacionados con ellas, como el agua mineral con aromas vegetales, las “leches” no de vaca y las bebidas alternativas a base de plantas. En los estudios de esta empresa de investigación de mercados han visto aumentar claramente la demanda de esos productos, y una asociación mayor cada vez entre lo vegetal y lo sano.

Las etiquetas se llenarán de fotos de plantas que le darán un halo de salud a los alimentos y se invertirá en formas innovadoras de rentabilizar las cualidades de los vegetales.

Esta tendencia  se ve reflejada en datos como que un 55% de los adultos en Reino Unido incorpora verduras en gran cantidad en sus comidas, un 24 incluye “superalimentos” y el 35% de los chinos adultos entre los 20 y los 49 años buscan comida vegetariana cuando intentan mejorar su dieta haciéndola más saludable.

Un producto del que probablemente se oirá hablar en breve son las bayas de Maqui, producidas en Chile, con cualidades antioxidantes y antiinflamatorias gracias a sus polifenoles, sobre todo las delfinidinas, que están también en los arándanos pero más aún en estos frutos que crecen solo en un par de regiones del vecino. Las delfinidinas son muy solubles en agua y menos amargas que otros polifenoles, lo que, según “Newscience” puede favorecer su capacidad para activar la llamada enzima de la vida.

Las algas vienen apareciendo hace varios años en listados de productos que se deberían consumir mucho más. Este año  se observará un aumento de los suplementos a partir de ellas, ricos en ácidos grasos esenciales omega-3, perfectos para evitar carencias en dietas veganas, papel que hasta ahora estaba limitado casi exclusivamente a las semillas de lino. Mientras que estas no tenían concretamente las grasas EPA y DHA, que suelen faltar en los que no comen pescado, las algas sí son ricas en estas sustancias.

También en esta fiebre de las plantas se enmarcan los nuevos aceites vegetales. Además del de oliva, tendrá más protagonismo el de nueces y el de otros frutos secos como la almendra,  la castaña de cajú y la avellana.

Lo tradicional, y lo que pueda venderse con ese sello, será estrella en 2017. Como ocurre con las bayas de Maqui, parte integral de la dieta de los mapuches del sur de Chile antes de la conquista europea, resulta cada vez más importante saber de dónde vienen los productos que se consumen, que exista una historia real sobre su origen y sus procesos de fabricación, y si estos son antiguos mucho mejor.

Mintel identifica una tendencia a confiar más en el pasado, y a huir de lo “revolucionario” en alimentación por parte de los consumidores. La sensación de incertidumbre, de vivir en el fin de una era (actos terroristas, guerras, auge de populismos y de los discursos racistas) tiene seguramente relación con esta moda.

En la India se ha hecho famosa una marca de bebidas, “Paper Boat”, que ofrece productos basados en recetas tradicionales del país, con mango verde, entre otros ingredientes. La novedad no deja de ser un valor, si  queremos que tenga alguna conexión tangible con algo ya conocido. Las cervezas artesanales son otro ejemplo claro de esta tendencia que  se viene notando en los últimos años.

También se relaciona a esta corriente con el auge del té, como añadido o base. Un superalimento del que ya se empezó a oír hablar en infusiones es el hongo chaga, parásito de árboles como el abedul blanco que se usa como remedio medicinal al menos desde el siglo XVI en el este de Europa. Los estudios químicos concluyen que produce metabolitos secundarios (fenólicos, melaninas y triterplenoides) que pueden mejorar la inmunidad ante virus, tumores y para frenar la oxidación. Estos beneficios no son significativos en su uso habitual, rallado sin más para formar una bebida similar al café.

Guerra al desperdicio

Otra gran línea maestra para 2017 será evitar el desperdicio de alimentos, en línea con el debate sobre la caducidad que se vivió en los últimos años. Los estadounidenses en concreto llegan a tirar un cincuenta por ciento de lo que producen, una mala noticia para los más pobres y para el medio, así que se han propuesto bajar a la mitad este fenómeno para 2030.

Intermarché, un supermercado francés, creó una campaña de publicidad en la que aparecía, por ejemplo, una zanahoria deforme con el eslogan "Una zanahoria fea es una hermosa sopa". Hemos visto esta tendencia en dulces que ya no se desechan por pequeños defectos de forma, aplicaciones para vender alimentos cercanos a caducar y evitar que vayan a la basura, o en políticas de empresas como Starbucks y Marks & Spencer, que donan parte de sus productos a proyectos de caridad mejorando su imagen y el mundo.

Veremos cada vez más envases que permitirán conservar los alimentos por más tiempo o que serán más fáciles de reciclar, menos ofertas basadas en comprar grandes cantidades, alimentos en envases más pequeños y formas innovadoras de evitar el desperdicio, por ejemplo en las cápsulas de café para máquina, en los lácteos o en los productos frescos, que también suelen ser los más sanos.

Esta es una de las grandes ventajas de las semillas, que son muy nutritivas y tardan mucho más en caducar que alimentos como la carne y el pescado, sin necesidad de congelarlas. La novedad que puede pegar el salto en 2017 son las semillas de sandía, junto con las de calabaza y las de chía. Las semillas de sandía se pueden secar, asar o especiar para tomar como snack.

Comida lenta

Seguirá siendo clave, vida laboral y familiar obligan, el reclamo relacionado con alimentos rápidos de preparar y consumir, pero a la vez triunfará el valor de lo fabricado lentamente. Para quien vive estresado o con horarios imposibles, es un bálsamo pensar que, en alguna parte, hay gente haciendo algo con una calma de la que podremos beneficiarnos. Lo "cocinado a fuego lento" aparecerá en los eslóganes y en los procesos cada vez más, ya que se ha comprobado un aumento de las ventas en los productos que lo han llevado a cabo.

Lo hecho a mano tendrá también un hueco importante, ya sea por el propio consumidor o mediante servicios de entrega a domicilio de productos recién hechos, que facilitan ahorrar tiempo sin caer en la despersonalización ni en la baja calidad de la “comida rápida”.

Comida para la noche

Se habló mucho de la importancia de no comer hidratos cerca de la hora de acostarse para no engordar y disfrutar de mejores digestiones. Ha habido dietas que vendían precisamente la posibilidad de comer pastas y arroz por la noche como propuesta revolucionaria

Los alimentos que asocian un cambio del estado de ánimo con su consumo (por ejemplo, relajación o comodidad para la hora de dormir) tendrán puntos ganados. Si años pasados supusieron el boom de alimentos “despertador” como las bebidas energéticas o el chocolate, 2017 es el año de la comida contra el insomnio y para dormir mejor. Infusiones, zumos con melatonina y caprichos nocturnos sanos para evitar los antojos menos dietéticos.

Ha habido muchas críticas a la comida sana basadas en un argumento socioeconómico tal como  "preocuparse tanto de la alimentación es de ricos". El mercado buscará aguantar el pulso con esa objeción y veremos más productos sanos baratos: “naturales”, orgánicos o libres de ciertos ingredientes. Además de ser lo que conviene, es lo lógico desde el punto de vista de los grandes empresarios de la alimentación, porque los consumidores con pocos ingresos son una parte importante del público.

Por Raquel Márquez (EC)

 

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